16 de junio de 2011

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Así nos vigilan



" Era un día luminoso y frío de abril y los relojes daban las trece. Winston Smith, con la barbilla clavada en el pecho en su esfuerzo por burlar el molestísimo viento, se deslizó rápidamente por entre las puertas de cristal de las Casas de la Victoria, aunque no con la suficiente rapidez para evitar que una ráfaga polvorienta se colara con él. El vestíbulo olía a legumbres cocidas y a esteras viejas. Al fondo, un cartel de colores, demasiado grande para hallarse en un interior, estaba pegado a la pared. Representaba sólo un enorme rostro de más de un metro de anchura: la cara de un hombre de unos cuarenta y cinco años con un gran bigote negro y facciones hermosas y endurecidas.
(...)
Nada era del individuo a no ser unos cuantos centímetros cúbicos dentro de su cráneo.
(...)
Esta era la más refinada sutileza del sistema: inducir conscientemente a la inconsciencia, y luego hacerse inconsciente para no conocer que se había realizado un acto de autosugestión.
(...)
Afuera, incluso a través de los ventanales cerrados, el mundo parecía frío. Calle abajo se formaban pequeños torbellinos de viento y polvo; los papeles rotos subían en espirales y, aunque el sol lucía y el cielo estaba intensamente azul, nada parecía tener color a no ser los carteles pegados por todas partes. La cara de los bigotes negros miraba desde todas las esquinas que dominaban la circulación. En la casa de enfrente había uno de estos cartelones. EL GRAN HERMANO TE VIGILA, decían las grandes letras, mientras los sombríos ojos miraban fijamente a los de Winston. En la calle, en línea vertical con aquél, había otro cartel roto por un pico, que flameaba espasmódicamente azotado por el viento, descubriendo y cubriendo alternativamente una sola palabra: INGSOC. A lo lejos, un autogiro pasaba entre los tejados, se quedaba un instante colgado en el aire y luego se lanzaba otra vez en un vuelo curvo. Era de la patrulla de policía encargada de vigilar a la gente a través de los balcones y ventanas. Sin embargo, las patrullas eran lo de menos. Lo que importaba verdaderamente era la Policía del Pensamiento. "

Fragmentos de "1984" de George Orwell.

ASÍ NOS VIGILAN es el título, clarividente, del libro de F.Lobohem. Con ver la portada ya sabemos el tipo de libro que nos vamos a encontrar. Me arriesgo a adquirirlo por su reducido precio, más tarde descubriré que es debido a que está descatalogado, al consurtarlo en la web de una popular librería.

¿Por qué se ha descatalogado? No creo que sea porque diga alguna "verdad incómoda", ya que estaríamos hablando de censura, aunque ya nada conseguría "rasgar mis vestiduras".

La perdida de libertad y privacidad individual es un hecho que nos debe escapar. Este libro propone algunos ejemplos de como nuestras comunicaciones, nuestros movimientos, son seguidos por redes gubernamentales. Videovigilancia e interceptación de datos electrónico-digitales son las maneras de intromisión en nuestra libertad, en nuestros derechos constitucionales. Cualquier excusa parece legitimizar este atropello (terrorismo internacional, seguridad ciudadana, espiar al enemigo político...).

Sistemas de reconocimiento facial en los aeropuertos, instalación masiva de cámaras en las ciudades, intromisión en las comunicaciones en la Red. Sistemas, que se demuestran, poco efectivos a la hora de cumplir sus objetivos y que en cambio suponen la mayor vulneración del derecho de privacidad, ese que supuestamente (en constatable de que no es así) tenemos.

¿Deben nuestras "Cartas Magnas" adaptarse a los nuevos tiempos para poder conciliar estos aspectos de seguridad-libertad?

Si queréis conocer algunos entresijos de esta temática, familiarizarse con términos como Echelon, Sitel,... acércate a sus páginas.

Espero, algo desesperado, que no dejemos acercar nuestra sociedad a la ficción orwelliana.

Termino con una pregunta sugerente de las que lanza el autor ¿Quién vigila al que vigila?
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12 comentarios:

  1. Hoy en día el miedo y la seguridad nos plantean dilemas complicados de resolver. En aras de la protección ante barbaridades estamos cediendo parcelas de libertad que nos costará recuperar... pero aún estamos a tiempo y se está demostrando que aún quedan ciudadanos que quieren recuperar las riendas.

    Apuntamos la referencia bibliográfica, compañero.
    Saludos encriptados.

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  2. ¡Ja! Como dicen por ahí arriba, vaya dilema que planteas. Hace mucho tiempo que no he releído 1984, pero te aseguro que me sigue provocando escalofríos. A veces siento que no está tan alejado de nuestra realidad.
    Besos vigilantes.

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  3. Interesante libro, la verdad es que vivimos en una sociedad donde no existe la privacidad, camaras, scaners, registros,etc... tambien nosotros nos exponemos voluntariamente, redes sociales, blogs...Aunque si te paras a pensar antiguamente no existia todo esto y tambien todo el mundo conocia la vida de todo el mundo, sobre todo en ambitos rurales donde el boca a boca era mas rapido que cualquier ADSL de hoy en dia.

    Un abrazo ¿vigilado?

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  4. Buena reflexión, gariteras. Lo que pasa es que no somos conscientes de que estamos hablando de armas. Lo peor de todo es que cualquier excusa es buena para limitar libertades al ciudadano. El control es sutil, pasa inadvertido(lo que me parece más preocupante).

    B&E/S#O=S

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  5. Ya te digo, Elysa, que me acongoja pensar que 1984 deje de ser ficción algún día. Estos sistemas de vigilancia son más peligrosos y dañinos que beneficiosos.

    Besos vigilados!

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  6. Cierto, antes el boca a boca funcionaba de maravilla. Somos herederos de esa España chismosa pero con avances en las comunicaciones. Ahora la Juani le pone un mensaje a Paco, en Feisbuk, de que ha visto a la Petri saliendo de la casa de Nemesio el viudo.

    Lo de la autovigilancia es otro tema muy interesante para tratar aparte.

    Muy buena reflexión bichillo, si es que te hicieron mu lista...

    Un abrazo público!

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  7. y no tan antiguamente... en los pueblos pequeños (hoy)la gente mayor sigue chismorreando igual y controlando lo que hace todo el mundo.

    Interesante libro.

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  8. No creo que ya no hay vuelta atrás. ¿Quién vigila al que vigila? Eso es lo malo... la separación entre los vigilados, pobres seres que erran, y los vigilantes, seres supremos poseedores de la verdad y salvaguardas... del orden???
    Besos,

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  9. Tienes razón Bea, en los pueblos pequeños sigue pasando (y en algunas "manzanas urbanas"). Interesante el tema que aborda y la moraleja, el libro no es ninguna joya literaria, pero cumple su finalidad.

    Un beso "y que digan lo que digan"!

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  10. Buena reflexión, Carmen. Siempre la división entre buenos y malos. Entre los que ejercen la coerción y los que deben acatarla.

    Todos somos buenos y malos (dependiendo el aspecto en el que nos detengamos a observar).

    Un beso errante!

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  11. Tienes que disculpar por los errores tipográficos... Escribí "No" en vez de "Yo" y "erran" cuando debería leerse "yerran",,, Me perdonas, verdad?

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  12. Sabes que te perdono todo, Carmen. Además lapsus al teclear los tiene cualquiera. No tienes que demostrartme tu dominio lingüistico a estas alturas.

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