19 de marzo de 2011

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Seis personajes en busca de autor




Auténtica obra maestra de teatro escrita por Luigi Pirandello en 1921, que encierra muchas cuestiones fundamentales (o mejor dicho.. abre) en un pequeño texto de fácil lectura.

- El problema de la representación (ya abordado por otros genios como Velázquez en las Meninas).

- La difícil separación entre realidad y ficción. La facilidad para confundir realidad con fantasía.

- La tragedia de vivir. (La angustia de los personajes que cala en el lector/espectador)

- La "metáfora del espejo" y la crisis del yo (crisis de personalidad). 
Dice Pirandello: "Mientras un hombre vive, vive y no se ve a si mismo. Bien, pon un espejo frente a él y hazle verse a sí mismo en el acto de vivir. O bien se asombra de su propia apariencia, o aparta la vista para no verse, o escupe irritado a su imagen…En una palabra, surge una crisis, y esa crisis, es mi teatro".


Un padre irrumpe en el ensayo de una obra de teatro e increpa al director: "hemos venido en busca de un autor". Se trata del cabeza de familia de Seis personajes en busca de autor, una de las piezas fundamentales que renovó el teatro del siglo XX. En ella Luigi Pirandello juega al "teatro dentro del teatro" y rompe la "cuarta pared", para integrar al público en un juego en el que nunca se sabe qué es verdad o qué es fantasía, muy en la línea metafísica presente en la obra del autor.

Luigi Pirandello ganó el Nobel de literatura en 1934, a los 67 años y dos antes de fallecer. A pesar de su trayectoria narrativa (tanto de novelas como de cuentos) la Academia sueca valoró especialmente su contribución "audaz y genial" en la modernización "del arte dramático y escénico".

Un genial precursor del Teatro Moderno. Si leer la obra es un placer, verla representada tiene que ser genial. Espero poder hacerlo algún día...
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3 comentarios:

  1. Me suena, claro, pero no la he leído. Tomo nota, me parece un planteamiento muy original...
    Un beso,

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  2. De dos bocados la terminas Carmen, con tu facilidad lectora. Me parece una obra grande en un tamaño chiquito.

    Un beso!

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  3. Buena obligación entonces. Si siempre nos obligaran a hacer cosas buenas... ("Dios, que buen vasallo, sí tuviera buen señor").

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