Huir es de cobardes, dicen. Puede que entonces sea uno de ellos, sin lugar a dudas nunca he sido muy valiente, ni siquiera lo he intentado.
Lo que voy a narrar en esta entrada reinicial es el conglomerado de motivos que me llevaron a hacer una parada de emergencia, un paréntesis blogero, un pit-stop o como prefiráis denominarlo. ¿Fue una decisión elegida o ineludible? No lo sé. A la deficitaria infraestructura tecnológica, (que siempre se convierte en un handicap cuando llega el buen tiempo) se unió una pésima superestructura emocional. Me explico; mi cabeza se saturó por la suma de unas circunstancias que me sobrepasaron. La mala situación laboral, mi agitado mundo interior y otras cuestiones que se escapan a todo entendimiento científico-racional provocaron la aparición de una enfermedad que me cambió por completo estéticamente, alteró mi autoconcepto y mi manera de relacionarme.
Otro factor importante fueron mis relaciones personales, soy una persona que combina el gusto por lo desconocido con una manera de gestionar los sentimientos muy intensa y sin prever las consecuencias y daños futuros posibles de los actos.
Otra llave maestra de mi derrumbe fue la perdida de una persona importante para mí, que me había aportado mucho sin reclamar nada a cambio, ese tipo de personas que me atraen. Un extraño acontecer que nunca quise admitir como real y preferí inventar hipótesis muy oscuras para mí, con tal de no creer su trágico y repentino final.
He necesitado coger aire con este punto y aparte, para seguir con la enumeración. Un factor que llevaba tiempo haciéndome daño era la falta de capacidad de abrirme, de mostrar mis sentimientos a la hora de generar entradas, lo cual es una contradicción dentro de un espacio de carácter clandestino, pero soy así, un verdadero miedica. Entiendo que no tiene razón de ser escribir un blog en el que no te entregues a los lectores, en el que no estés capacitado para compartir lo más profundo de tu ser.
El paso del tiempo tampoco ayudó; la perdida de blogs y personas que para mí eran referencia me hizo más vulnerable.
Por último, mi manera de sentiros. Aunque os parezca mentira, mi nivel de sentimientos hacia vosotr@s no era saludable. Os he querido, os he deseado, os he necesitado. He vibrado con vuestros comentarios y os he esperado. Todo dentro de un barniz idealizador que es muy peligroso cuando se llega a una alta intensidad.
Así ocurrió algo inevitable, una mezcla de materiales que crearon una roca muy sólida, fuerte, con capacidad de hacer mucho daño. Tardé tiempo en darme cuenta de que podría ser muy destructiva para la persona que estuviera más cerca, más dentro de mí. Otra enfermedad encendió los mecanismos de alerta, nunca estuve tan "a rastras", sentí que toda persona que se acercaba a mí, de manera profunda, era elegida por algún macabro destino. Me alejé de manera veloz, sin tacto, dejando una estela de sufrimiento inexplicado.
No he contado todo esto para justificarme o dar pena, sino que he sentido la necesidad de abrirme siquiera por una vez a vosotr@s.
Entendí que mi huída era el inicio del regreso en un espacio de elipses, ahora os doy las gracias por haberme leído y volver a volar conmigo. En especial a ti.