SORIA ¡YA!

Hoy me apetece hablar de esta provincia, si provincia, por si alguno lo duda, el patito feo de España, la cachorrita que no tiene teta asignada, la que pese a llorar nunca mama. Y es que tiene narices que sufra una defensa numantina por parte de las administraciones a la hora de otorgarle su trozo del pastel presupuestario. Una población que hace muchos siglos resistió estoicamente ante los portadores de la nueva civilización, la romanización. Poco queda ya de ese intento innovador en la provincia soriana que debe conformarse con "calzadas" ya propias de otros tiempos.

Pongámonos en situación, Soria es uno de los escasos desiertos poblacionales de toda Europa, la única provincia española que no está unida por autovía a ninguna otra provincia limítrofe. Resiste (ese carácter marcado por su historia) y protesta ante esta situación tan desigual, con toda la razón del mundo.

Una España equilibrada, ¿dónde? La única simetría está en los colores de las banderas de ropa militar o de marca distintiva de esas gentes de clase alta que pasean por sus bellos parajes cazando corzos, aprovechando su riqueza micológica y derritiéndose con el gusto de sus trufas.

Hablemos, pues, de esa España invertebrada que decía Ortega, una España en la qué sólo tiene voz quién tiene voto. El dinero para acabar las autovías sorianas lo encontraremos en Canarias, destinado a renovar las instalaciones de sus hoteles o a modernizar sus plantaciones plataneras; o en Bilbao, haciendo más Palacios de Congresos, museos, o asemejando sus playas a las del Caribe. Tal vez más cerca, en León, con la suerte única de ser la ciudad del presidente. Pero no es una crítica al gobierno central exclusivamente, ya que la Comunidad de Castilla y León es de otro color, y tampoco hace nada por aliviar ese largo invierno de ostracismo que vive un lugar de pocos pero con mucho.

Me sumo al grito de ¡Soria YA! y espero recibirlo aumentado por el eco de vuestra consideración.