11 de noviembre de 2013

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De ausencias


Una de las cosas más duras de gestionar en la vida son las ausencias. Todas las personas hemos perdido a otras. Lo definitivo de la muerte no necesita explicación y pese a ello siempre tenemos en la cabeza el "¿por qué? 
Las circunstancias en las que se da esa muerte de alguien cercano puede ser un agravante de dolor por esa pérdida. Normalmente la gente llora a sus muertos en los funerales, pero es con el tiempo cuando esa ausencia se hace insufrible.
Hay otras ausencias que pueden ser definitivas y que pueden hacer, incluso, más daño. El hecho de que hayan sido evitables puede generar una sensación de asfixiante culpa, nostalgia, desconcierto y hasta oprimir nuestro pecho cada vez que las sientes. 

Es la terrible presencia de lo ausente uno de los peores estados mentales.

Internet y la forma de comunicación que se está convirtiendo en mayoritaria puede propiciar la creación de ausencias. Todo pasa a ser muy instantáneo, cambiante. Pilares sustituibles que no soportan el peso de nuestras emociones. Legión de seres inadaptados, incomprendidos en un mundo de comunicación en el que no sabemos comunicarnos. Ocurre que no sabemos realmente lo que importamos a las personas con las que interactuamos y generalmente la balanza muestra un gran desequilibrio entre lo que ponen, lo que necesitan, lo que están dispuestos a poner y sobre lo que estás dispuestos a renunciar.

Si de verdad pudiéramos decir con propiedad eso de CONECTADOS...


A tod@s los que formasteis parte de mi vida y os niego la posibilidad de salir de mi corazón.
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8 comentarios:

  1. Sin tu ausencia hoy sería nuestro aniversario.

    Un beso

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    1. Celebro aquel día, pues, y maldigo este.

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    2. Te imaginaba hacièndolo al revès...

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    3. Imaginas mal. Es mucho mejor utilizar la imaginación en positivo y tú sabes hacerlo muy bien.

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  2. En este año he tenido demasiadas ausencias... Cómo duelen...
    Y también me duelen las ausencias que por estas redes virtuales hay. Ausencias que en muchas ocasiones ni sabemos el por qué. Y como no hay forma de saberlo, nos hacemos nuestras propias historias. Y aunque no queramos, siempre tememos lo peor...Y es que se le coge mucho cariño a la gente, incluso sin ponerle cara, solo palabras.
    Besotes!!!

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    1. Lo explicas a la maravilla, Margari.
      Se nota que eres una persona afectuosa y escribes desde el corazón. También hace falta gente así para dar plusvalía sentimental a las comunidades blogeras.
      No cambies, besos.

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  3. Se acumulan demasiadas ausencias y aún así, no me acostumbro a ellas.

    Un abrazo

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  4. Creo que todos, alguna vez, hemos vivido ese desequilibrio, tanto en relaciones reales, como en virtuales. Bueno, las virtuales también son reales, pero ya me entiendes...
    Cuando tú das mucho y te dan poco, se pasa muy, pero está bien encontrar el equilibrio en que no sea siempre el mismo el que da más, aunque no puedas encontrar el equilibrio de dar los dos por igual todos el tiempo.
    Un beeso!

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Pesa las opiniones, no las cuentes.