"Libellus vere aureus, nec minus salutaris quam festivus de optime reipublicae statu, deque nova Insula Utopia" Título original de la obra de Thomas More, en la que concibió una isla donde no existían las diferencias de clase ni el dinero, donde sus ciudadanos elegían libremente a sus representantes, la educación era un derecho laico y universal, y la religión, más que arma de los fanáticos, era plataforma de tolerancia y respeto. A esa isla ideal, el humanista inglés la llamó Utopía.
Esa palabra hizo fortuna y, con el tiempo, muchas lenguas la incorporaron a su léxico como un proyecto que, por su optimismo, aparece irrealizable en el momento de su formulación.
Teólogo, político y escrito, el inglés Tomás Moro (1478-1535) fue una de las grandes figuras del humanismo en la Europa del Renacimiento. Ingresó en la Universidad de Oxford cuando apenas era un adolescente. Estudió leyes y teología y consagró parte de su talento a la literatura. Conoció y se hizo amigo de Erasmo de Rotterdam, otro de los factótum del humanismo. Moro desempeñó elevados cargos público en la Inglaterra de Enrique VIII, pero sus diferencias con el monarca le valieron su encarcelamiento en la Torre de Londres. Fue decapitado el 6 de julio de 1535.
La obra está estructurada en dos lpartes o libros. En la primera, Rafael Hytlodeo argumenta una crítica al novedoso "Estado Moderno" , centrándose en las políticas expansionistas y de ambiciones sin límites de los estados europeos en aquella época. Se propone que lo ideal para acabar con estos males es abolir la propiedad privada y el dinero, que son los culpables de esa incesante ambición que ha arraigado en la condición humana.
En el segundo libro, pasa a narrar las excelencias de la República de Utopía, como ejemplo de sociedad perfecta en todas las facetas: política, social, económica y en las condiciones vitales de sus habitantes.
Lejos de agradarme, la descripción de esa isla tan idealizada me ha generado una sensación de rechazo. Puede que me haya dado miedo esa perfecta estructuración, esa aparente igualdad, esa completa felicidad de los utopianos, la uniformidad y la incontestable autoridad. He sentido que me sumergía en una sociedad "orwelliana", en el "maravilloso" III Reich, o en la soviética de Stalin u otros fallidos Socialismos Reales. He deseado que terminara la idílica exposición de las grandezas de Utopía y creo que el propio autor, al recrearse en esa descripción de la isla a manos de la plática de Rafael Hytlodeo, nos sugiere algunas cosas:
- la perfección siempre es sospechosa,
- cada uno tenemos nuestra República de Utopía (o reino para los monárquicos, jaja),
- la sociedad ideal es irrealizable en nuestro mundo.
Se trata de una obra que pudo romper los esquemas mentales de muchos de los lectores de la época y que, leída medio milenio después, sigue teniendo la capacidad de hacer reflexionar.
Los que somos idealistas sufrimos tras la comparación de la sociedad en la que se desenvuelven nuestras vidas con esa otra isla mental, nuestra Utopía, que vamos reconstruyendo con el tiempo, o por el contrario la dejamos hecha ruinas por la imposibilidad de llegar a ella. Unas ruinas tapadas a cal y canto, aplastadas por la realidad.
Para terminar, algunos pasajes del libro:
"Pero es extremadamente raro encontrar ciudadanos gobernados mediante buenas leyes".
"Se admiran los utopianos de que haya hombres tan insensatos que puedan hallar deleite mirando el dudoso brillo de una piedrecilla sin valor, pudiendo como pueden contemplar las estrellas o el mismo sol" (en referencia al oro).
"La naturaleza, al mandarnos que seamos buenos con nuestros semejantes, nos manda también que no seamos malos y crueles con nosotros mismos".
¿Algun@ es capaz de proponer una sociedad perfecta?
las utopías y la perfección aterran. No sé si es porque estamos acostumbrados a lo contrario y desconfiamos de esa perfección o porque nos asusta la sensación de no tener nada contra lo que luchar o una meta que alcanzar. Incluso a un mundo perfecto le buscaríamos los fallos. Tuve una sensación parecida en China, hace unos meses. Es el país en el que me he sentido más segura. No tenía miedo de meterme en callejones, lugares oscuros o barrios extraños. La sensación de seguridad era tan aterradora... Sabes que casi nadie te haría nada por el miedo que tiene la gente a las desmesuradas condenas de la justicia del país. Y eso asusta. Era una sensación ideal como turista y me inquietaba. No existen las utopías. Y está bien que no existan.
ResponderEliminarUn beso imperfecto
Lo explicas muy bien y pones un gran ejemplo. Se nota que eres una chica con mucho mundo.
EliminarQue no salgan de nuestras cabezas visionari@s. Pero podemos acercarnos a los puntos comunes de la utopía global. Que nos sirvan para eso, para caminar, tomando la idea de Galeano.
Un beso imperfecto es una situación perfecta!
Cuidado con las utopías que sueñas, que pueden llegar a cumplirse. Algunos "visionarios" casi hacen realidad las suyas... Deja, deja!!
ResponderEliminarBesines,
Carmen no tengas miedo de mi Utopía. No es tan dañina como las de los que piensas... Pero sí, la dejo, jajajaja.
EliminarSigamos viviendo en este mundo yin-yan, besín-besán Carmen!
Claro, tiene algunos puntos fuertes de comunidad deseable. Pero Bea, no me digas que tú el oro lo utilizarías para las cadenas de los esclavos... ¡no te creería!
ResponderEliminarDisculpa la portada que pones de utopia, de qué editorial es?
ResponderEliminarHola José, es de una colección del diario Público llamada "pensamiento crítico".
ResponderEliminar