29 de noviembre de 2012

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Las tortugas también vuelan






La carga del caparazón a veces es insufrible. Turtles can fly es otra película desgarradora sobre niños con pésimas condiciones de vida. La pobreza, la guerra, la orfandad total -incluso de identidad-... Son niños que no lo han podido ser. Se convierten en adultos desde que vienen al mundo. Un conglomerado traumático que les afecta de diversas maneras. Sobresale, sin embargo, su capacidad para aferrarse a la vida, de luchar, y de encontrar ilusiones dónde ningún adulto que se tenga por cuerdo podría encontrarlas.

La acción se sitúa en un campamento de refugiados kurdo, en la frontera de Iraq con Turquía.
"Satélite" es un dictadorcillo cuyo carisma proviene de conocer unas pocas palabras en inglés, que utiliza de manera regular, incluso forzada, como signo de distinción. La información es lo que le dota de ese estatus privilegiado, ya que ésta es primordial en ese entorno vital de incertidumbre. Los mayores del pueblo recurren a él para instalar una antena que les permita poder seguir las noticias ante el inminente ataque norteamericano en Iraq.




Llegados a este punto iba a continuar con el contexto de personajes de la película (la familia compuesta por la niña convertida en "ánima en pena", el hermano visionario sin brazos y el peque sin padre...) pero he mirado el reverso de la carátula y me he indignado con el "No recomendado para menores de 13 años". ¿El que no está recomendado, la película o llevar una vida como la de estos no-niños? Tendría que estar extinguido esa atroz existencia, ese genocidio infantil, en aquellas partes del globo en las que está ocurriendo. Si nos dejáramos de convenciones y protecciones inútiles que defienden a niños sobreprotegidos y nos preocupásemos más de salvar del mundo despreciable de los mayores a aquellos niños que vivan inmerso en él... estaríamos hablando de otro mundo.



La película está llena de simbolismos que podríamos comentar, pero para no caer en el uso de "spoilers" lo dejamos para los comentarios si es preciso. 

Una película que explota en tu corazón. Un llanto de dolor que, en una cruel paradoja, puede resultarnos bello. 



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11 comentarios:

  1. Pues yo quiero verla, seguramente me hartaré de llorar pero lo prefiero a mirar para otro lado, como si nada ocurriera y todos los niños fueran gordos y felices. ¡Cómo me alegro de tener que comentarte esta entrada!

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    1. ¡Cómo me alegro de tener que responderte, Rebeca! Me parece muy bien elegida tu opción, ya me contarás que te parece. Lo duro a veces es necesario.

      Un beso.

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  2. La vi hace un par de años y me dejó bastante mal cuerpo. Siempre lo paso mal en las películas en las que los niños sufren, me lo pienso mucho y respiro hondo antes de verlas. Ves a los niños en situaciones que ningún niño debería vivir. Y lo peor de todo es que sabes que no es ficción, que seguramente la realidad sea muchísimo peor. Me gusta eso que dices de que los niños encuentran siempre la capacidad de encontrar ilusiones. Es así. Por suerte los niños siempre son niños, incluso en las situaciones límite. Y sí, la carga del caparazón es a veces insufrible. Bonita frase.

    Un beso desde debajo de mi caparazón

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    1. Gracias Marta. La situación del mundo es una batalla perdida, una retirada inadmisible. No interesa que las cosas estén bien (o mejor) y se valoran de manera diferente unas vidas de otras. Los principales damnificados son los niños. Repugna.

      Si, pese a todo, conseguimos volar con nuestros caparazones a cuestas, menudo mérito el nuestro.

      Un beso en tu fuerte cuello tortuguil.

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  3. Yo también la vi hace tiempo y es de esas películas que cuando se acaban o te quedas mudo o te da por llorar y no parar. Dura durísima. Más que una película es un documental de una triste realidad.
    Besos,

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    1. Deberíamos llorar, pero gritando. Es una película que reivindica desde lo que no dice, o desde el simbolismo. No necesita ponerlo en boca de ningún personaje.

      Gracias por venir, Carmiña.

      Un besazo.

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  4. Estas pelis están bien para concienciar, hartarse de llorar, incluso para que cuando terminas de verlas, miras a tus niños y piensas... ¡uf, menos mal que aquí están a salvo!.
    Aunque para sentir eso, no hace falta ver pelis, solo hay que visitar cualquier CIES para menores de este país.
    Enhorabuena, muchisimas felicidades por replantearte el ERE..
    Un abrazo grannde, y tres besitos....

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    1. No son pelis de ficción. Son realidades (que creemos)lejanas y cada vez más cercanas, como bien apuntas.

      Gracias por el apoyo para seguir, Belén.

      Tres besos, un abrazo y mano al pecho.

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  5. No sé si yo sería capaz de ver esa película, amigo :-(( Pero gracias por la información, es bueno que se realicen filmes testimoniales de este tipo.

    Gracias también por tu amable comentario en mi blog :-) Un abrazo y felices fiestas.

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  6. Yo no he visto esta película, pero no sé si voy a ser capaz de visionarla sin ponerme a llorar como una magdalena, normalmente soy muy aprensiva y ver estas realidades (de las que soy consciente aunque no vea muchas películas de este estilo) me afecta bastante, con sólo pensarlo y leer tu entrada ya estoy tocada, así que imagina...

    Me parece muy interesante el tema que sacas a debate sobre la sobreprotección en los menores de nuestra sociedad, no sé si viene al caso lo que voy a decir, pero siempre que alguien dice algo al respecto me vienen a la cabeza las cada vez más edulcoradas películas de dibujos animados de Disney; tampoco quiero que los niños vean una película no recomendada y queden traumatizados de por vida, a ver, que no se me malinterprete, pero creo que habría que equilibrar la balanza un poco desde la infancia.

    ¡Un beso y gracias por la recomendación, a ver si me atrevo a verla!

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  7. peli dura.
    pero necesaria.

    ;)

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