30 de octubre de 2010

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Entrevista (falsa) de trabajo


Nuestro hombre está en el paro, algo nada excepcional en nuestra sociedad del "bienestar". Cada noche sueña que el día siguiente le deparará una oportunidad, su momento está al llegar. Duerme mal, las ilusiones se mezclan con las preocupaciones y se siente angustiado.

Un nuevo día ha amanecido, como cada hoja del calendario revisa las ofertas de trabajo de portales específicos de Internet, revisa el correo electrónico, está muy atento a su teléfono móvil para recibir la esperada llamada, ojea los titulares del periódico y pasa hojas nerviosamente hasta llegar a la sección de clasificados, ¿y si encuentro algo aquí? piensa esperanzado. Nada ajustado a su perfil, lo de siempre. Pero no está en la situación de poder elegir. Selecciona una oferta, casi al azar, y llama. Le toman los datos y le despiden con el familiar ¡Le llamaremos! 

Y esa misma tarde le llaman, como buen afiliado a la Ley de Murphy le proponen la única hora de la semana que no puede ir para la entrevista. La señorita, muy amable, le ofrece otra posibilidad, el sábado por la mañana. Perfecto, esta vez si. El pobre iluso dispara sus expectativas, se siente nervioso y hace imágenes mentales de lo que va a ser su gran día. No puede dormir en toda la noche, se anticipa en sus pensamientos a las preguntas que le formularán. Todo controlado... excepto...- ¿Qué defecto puedo decir sobre mí? Cavila preocupado, tiene que ser confesable y que encima quede bien, pero entonces... ¡no es un defecto! Piensa alguno que otro sin estar convencido de que sean los más adecuados.
Ya es de día, no puede levantarse de la cama, no está nervioso pero no quiere dar un paso sin saber que va a conseguirlo. Prepara una carpeta con documentos de toda su formación académica y complementaria. Se detiene demasiado a la hora de elegir el atuendo, considera que es importante acertar y duda en exceso antes de decidirse. Queda poco tiempo, se ducha y afeita, se lava los dientes, se peina. Se viste a toda prisa, se detiene diez segundos a mirarse en el espejo. Quedan 11 minutos para recorrer un trecho que lleva 25. El día se ha despertado lloviendo. Tiene que correr, se empapa, su ritmo cardiaco se acelera. Sabe que la puntualidad es un rasgo primordial en el mundo laboral, no puede llegar tarde... ¿Qué defecto tengo? ¿tardón? ese no es confesable. Las espinillas se resienten al correr por el frío cemento de la ciudad, los zapatos no son el calzado más óptimo para hacer este peculiar footing. Pasa por el tunel, los mendigos le miran extrañados.
Llega un minuto tarde, ¿es aquí? no abre nadie, el portal está abierto y llama al timbre, bajo derecha, revisa en el papel. La incredulidad va en aumento, pregunta a un vecino que casualmente baja del antiguo y señorial ascensor, - si, este es bajo derecha. El portal se abre, una espectacular señorita taconea acercándose. - Hola buenos días, tenía una cita ... - bien, bien espera que subo a por las llaves. Ella baja, el intenta mantener una postura oportuna para el momento, ella abre, le invita a pasar. - ¿Con quién tienes la cita? pregunta la dama. - Con Estela. -¡Ah conmigo? sonríe. Pasa a este despacho, puedes sentarte. Nuestro hombre mira atónito el decorado del lugar, no parece nada que se asemeje a la oferta de trabajo.
- Mira te cuento... Nosotros somos.... (bla, bla, bla) y ofrecemos puestos fijos de trabajo mediante la preparación de oposiciones. Atónito, nuestro protagonista siente como se derrumba su ilusión a modo de casillo de naipes, silenciosamente, de golpe. - ... tendría un coste de mil novecientos... Es que encima tienes buena preparación... voy a mirar qué oposiciones están relacionadas con tus estudios (lapso de tiempo) puff, la verdad que ninguna. A lo mejor esta de personal subalterno. Le mira, de él sólo queda el carton-piedra de su cuerpo, está cariacontecido, indignado, furioso, siente la necesidad de explotar y decir lo que piensa. De repente abre la boca y suelta: es que no esto no es lo que esperaba, la verdad. - No pasa nada, lo piensas, te doy mi teléfono personal, puedes llevarte la información.
Cierra la puerta, sale, por fin sabe un par de defectos suyos, sin duda ¡PARDILLO Y COBARDE

A modo de epílogo quería pedir respeto para los trabajadores desempleados, reclamar a las autoridades públicas que no permitan poner falsos anuncios en los periódicos en la sección de ofertas de trabajo (tanto que se escandalizan con otras secciones vecinas como la de contactos) y se penalice a las entidades que lo incumplan. No se puede dar ilusiones a quién casi las ha perdido por completo y ser una pura engañifa... Y a todo el que trabaja aprovechándose de la inocencia de otras personas, sepan que el honor de nuestro personaje nunca le permitiría ser uno del gremio. 
¡Mucho ánimo y no desesperes!
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2 comentarios:

  1. Terrible.
    Desgraciadamente hay muchas ofertas así.

    Has descrito de una forma sobrecogedora (incluso he podido sentir la angustia del protagonista) los previos a la tan esperada entrevista.

    la ilusión se convierte en desesperanza.

    Un abrazo.

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  2. La realidad siempre supera la ficción. Está claro que la situación laboral es más terrible (muy bien calificada por tu parte) que los monstruos de Halloween, Freddy Krueger, Chucky, la niña del Exorcista y el feo de los Calatrava, todos juntos. Lo peor de todo es estar en el reparto de este macabro reality.

    Besos Bea.

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